Oaxaca (México), 25 nov (EFE).- Un enfrentamiento entre manifestantes y fuerzas antidisturbios en la ciudad de Oaxaca, en el sur de México, ocasionó hoy una ola de violencia durante la cual varios edificios y vehículos fueron incendiados y hubo decenas de detenidos y heridos, entre ellos tres periodistas.
Los incidentes se produjeron en el centro de la ciudad, al concluir una multitudinaria marcha pacífica de los sectores sociales que exigen la renuncia del gobernador del estado, Ulises Ruiz, en un conflicto que comenzó hace más de medio año y que ha dejado polarizada a la sociedad.
La violencia se desató alrededor del Zócalo (plaza principal) de la capital oaxaqueña, cuando cientos de manifestantes intentaron entrar en ese espacio público, protegido con alambradas por efectivos de la Policía Federal Preventiva (PFP).
Las bombas molotov, petardos y piedras que lanzaron los radicales recibieron como respuesta los gases lacrimógenos de los agentes, que acabaron abandonando su posición para cargar contra esos grupos.
Los manifestantes quemaron dos comercios, la puerta de entrada de un hotel de lujo y las sedes del Tribunal Superior de Justicia de la Federación y de la Asociación de Hoteles y Moteles de Oaxaca.
Cuando fueron dispersados, varios desconocidos en vehículos particulares, supuestos policías estatales vestidos de civil que habían dejado a la PFP el control de la ciudad hace un mes, aparecieron en la zona para llevarse por la fuerza a algunos manifestantes.
Instantes antes, una radio presuntamente manejada por el gobernador Ruiz llamó a la población a retirarse del centro como advertencia.
Entre los al menos diez heridos que se produjeron durante los choques callejeros, tres son periodistas.
El fotógrafo Amaury Guadarrama, de la agencia Cuartoscuro, fue brutalmente golpeado; Virgilio Sánchez, corresponsal del diario Reforma, de Ciudad de México, recibió un proyectil de gas lacrimógeno en el pecho, y Abundio Núñez, del periódico económico El Financiero, hospitalizado por contusiones.
Los incidentes se produjeron en el centro de la ciudad, al concluir una multitudinaria marcha pacífica de los sectores sociales que exigen la renuncia del gobernador del estado, Ulises Ruiz, en un conflicto que comenzó hace más de medio año y que ha dejado polarizada a la sociedad.
La violencia se desató alrededor del Zócalo (plaza principal) de la capital oaxaqueña, cuando cientos de manifestantes intentaron entrar en ese espacio público, protegido con alambradas por efectivos de la Policía Federal Preventiva (PFP).
Las bombas molotov, petardos y piedras que lanzaron los radicales recibieron como respuesta los gases lacrimógenos de los agentes, que acabaron abandonando su posición para cargar contra esos grupos.
Los manifestantes quemaron dos comercios, la puerta de entrada de un hotel de lujo y las sedes del Tribunal Superior de Justicia de la Federación y de la Asociación de Hoteles y Moteles de Oaxaca.
Cuando fueron dispersados, varios desconocidos en vehículos particulares, supuestos policías estatales vestidos de civil que habían dejado a la PFP el control de la ciudad hace un mes, aparecieron en la zona para llevarse por la fuerza a algunos manifestantes.
Instantes antes, una radio presuntamente manejada por el gobernador Ruiz llamó a la población a retirarse del centro como advertencia.
Entre los al menos diez heridos que se produjeron durante los choques callejeros, tres son periodistas.
El fotógrafo Amaury Guadarrama, de la agencia Cuartoscuro, fue brutalmente golpeado; Virgilio Sánchez, corresponsal del diario Reforma, de Ciudad de México, recibió un proyectil de gas lacrimógeno en el pecho, y Abundio Núñez, del periódico económico El Financiero, hospitalizado por contusiones.
La confrontación se produjo después de una marcha de decenas de miles de personas que exigió la renuncia de Ruiz y la salida de las fuerzas federales enviadas por el presidente mexicano, Vicente Fox, y recorrió una distancia de 15 kilómetros, desde la Casa de Gobierno hasta el centro oaxaqueño.
Durante la movilización, Florentino López, portavoz de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), el bloque de organizaciones sociales que aglutina a los insurrectos, aseguró que la manifestación era pacífica y que su único objetivo era realizar un "cerco humano" a la plaza, en señal de disconformidad.
El lunes pasado una marcha de conmemoración del 96 aniversario de la Revolución mexicana terminó con un choque similar al registrado esta tarde, aunque menos violento.
Al concluir la manifestación de hoy, que duró cinco horas, López dijo que dos dirigentes de la APPO que habían sido dados por desaparecidos en la víspera, César Mateos y Jorge Sosa, se encuentran detenidos en el penal local de Miahuatlán.
El conflicto en Oaxaca se originó el 22 de mayo pasado, a raíz de una huelga de los profesores por demandas salariales.
La situación se radicalizó el 14 de junio, cuando la policía estatal hizo un intento fallido de desalojar los espacios públicos ocupadas por los maestros, lo que derivó en la creación de la APPO y violentos choques callejeros, con un resultado de entre 11 y 17 muertos, y decenas de heridos y detenidos.
Después de los enfrentamientos, la PFP regresó otra vez al Zócalo, mientras los seguidores de la APPO comenzaron a colocar barricadas en varias vías de la ciudad que habían quedado despejadas hacía semanas.
Durante la movilización, Florentino López, portavoz de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), el bloque de organizaciones sociales que aglutina a los insurrectos, aseguró que la manifestación era pacífica y que su único objetivo era realizar un "cerco humano" a la plaza, en señal de disconformidad.
El lunes pasado una marcha de conmemoración del 96 aniversario de la Revolución mexicana terminó con un choque similar al registrado esta tarde, aunque menos violento.
Al concluir la manifestación de hoy, que duró cinco horas, López dijo que dos dirigentes de la APPO que habían sido dados por desaparecidos en la víspera, César Mateos y Jorge Sosa, se encuentran detenidos en el penal local de Miahuatlán.
El conflicto en Oaxaca se originó el 22 de mayo pasado, a raíz de una huelga de los profesores por demandas salariales.
La situación se radicalizó el 14 de junio, cuando la policía estatal hizo un intento fallido de desalojar los espacios públicos ocupadas por los maestros, lo que derivó en la creación de la APPO y violentos choques callejeros, con un resultado de entre 11 y 17 muertos, y decenas de heridos y detenidos.
Después de los enfrentamientos, la PFP regresó otra vez al Zócalo, mientras los seguidores de la APPO comenzaron a colocar barricadas en varias vías de la ciudad que habían quedado despejadas hacía semanas.
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