Por Rosario Ibarra - El Universal
Y los hermanos Cerezo, como rehenes de un gobierno que se decía "del cambio", pero que sólo "cambió" para mostrar su intransigencia y la falta de respeto a la ley... ¿cuál cambio?
Desde hace muchísimos años, la historia y la literatura nos han traído las narraciones de las vidas de muchos hermanos. Quién no recuerda a Rómulo y Remo, de quienes supo en sus tiempos de estudiante de secundaria o de preparatoria. Qué decir de "Los hermanos Corzo", los gemelos idénticos, que aunque estuvieran separados por enormes distancias, cada uno de ellos sentía las inquietudes y los sufrimientos del otro... Y los Graco, célebres tribunos y oradores de los cuales Cornelia -su madre- decía que eran sus joyas...
Y los hermanos Cerezo, como rehenes de un gobierno que se decía "del cambio", pero que sólo "cambió" para mostrar su intransigencia y la falta de respeto a la ley... ¿cuál cambio?
Desde hace muchísimos años, la historia y la literatura nos han traído las narraciones de las vidas de muchos hermanos. Quién no recuerda a Rómulo y Remo, de quienes supo en sus tiempos de estudiante de secundaria o de preparatoria. Qué decir de "Los hermanos Corzo", los gemelos idénticos, que aunque estuvieran separados por enormes distancias, cada uno de ellos sentía las inquietudes y los sufrimientos del otro... Y los Graco, célebres tribunos y oradores de los cuales Cornelia -su madre- decía que eran sus joyas...
Saltando en el tiempo y en la tierra del planeta, de pronto pensamos en los nuestros, en los hermanos Zapata: Emiliano y Eufemio; en los Flores Magón, Ricardo, Enrique y Jesús, rebeldes oaxaqueños que lucharon siempre en la trinchera de los pobres, de los explotados, de los siempre ofendidos y humillados.
Después, con saltos desesperados porque la represión nos obliga, recordamos Madera, Chihuahua, en aquel 1965, cuando cayeron abatidos por las balas los hermanos Arturo y Emilio Gámiz García, junto a otros compañeros, hermanos de ideales, y seguimos con el pensamiento en la ruta del dolor de muertes y desapariciones, cárcel y tortura. Palpamos las imágenes de tantos hermanos, hermanos de sangre y hermanos de ideas y de convicciones... y de pronto nos topamos con las caritas tristes de los Tecla Parra, Artemisa, Violeta y Adolfo, un jovencito que apenas completaba 14 años cuando se lo llevaron al Campo Militar Número Uno junto a sus hermanas y a su madre Ana María y que reclamamos como desaparecidos.
Y seguimos con el repaso de la historia de los hermanos y vemos las cárceles llenas de hermanos, sí, de hermanos de la misma matriz y de la misma sangre, y de hermanos del útero fecundo de los ideales y de las convicciones.
Y están allí los hermanos Melchi, de la UCI, presos en Puebla desde hace muchos años.
Y los hermanos Cerezo, como rehenes de un gobierno que se decía "del cambio", pero que sólo "cambió" para mostrar su intransigencia y la falta de respeto a la ley... ¿cuál cambio?
Y a últimas fechas, junto a muchos otros oaxaqueños, diseminados por las odiosas y odiadas cárceles, de las llamadas de "alta seguridad", los hermanos Sosa: Flavio, Horacio y Erick, prisioneros de conciencia, víctimas de la ilegalidad del mal gobierno de Oaxaca, repudiado por todo el pueblo.
Somos muchos miles de mexicanos y de compañeros de otros países los que sabemos que son inocentes, que el gobierno de Oaxaca les inculpó de delitos que no cometieron y que el gobierno federal, en el colmo de la hipocresía y el fingimiento, citó para "dialogar" a Flavio Sosa y traicioneramente lo detuvo y acusó de esos delitos que nunca cometió, como lo hicieron en el pasado todos los gobiernos que violaron las leyes, investidos de prepotencia y de soberbia, lo que nos hace llegar a la conclusión de que son lo mismo los tricolores que los blanquiazules, con ligeras diferencias de estilo, y que han superado la maldad porfiriana en las cárceles, toda vez que aún en la famosas "tinajas" de San Juan de Ulúa, los compañeros y hermanos allí confinados cuando menos dialogaban entre ellos y tenían la libertad de leer, escribir y ser visitados por familiares y amigos.
En estos tiempos, tengo grabada la historia de un compañero que estuvo preso en Almoloya, que se encontró un trocito del directorio telefónico de la llamada "Sección amarilla", que leía a todas horas en aquel confinamiento despiadado y cruel, "perfeccionado" día a día en las prácticas tortuosas de la tortura sicológica que los gobiernos utilizan para someter a quienes odian.
Desde este espacio, junto a miles de hermanos de convicciones en el mundo, exijo la libertad de todos los injustamente encarcelados, a quienes defendemos porque son nuestros y los llamamos los hermanos.
Dirigente del Comité ¡Eureka!
Después, con saltos desesperados porque la represión nos obliga, recordamos Madera, Chihuahua, en aquel 1965, cuando cayeron abatidos por las balas los hermanos Arturo y Emilio Gámiz García, junto a otros compañeros, hermanos de ideales, y seguimos con el pensamiento en la ruta del dolor de muertes y desapariciones, cárcel y tortura. Palpamos las imágenes de tantos hermanos, hermanos de sangre y hermanos de ideas y de convicciones... y de pronto nos topamos con las caritas tristes de los Tecla Parra, Artemisa, Violeta y Adolfo, un jovencito que apenas completaba 14 años cuando se lo llevaron al Campo Militar Número Uno junto a sus hermanas y a su madre Ana María y que reclamamos como desaparecidos.
Y seguimos con el repaso de la historia de los hermanos y vemos las cárceles llenas de hermanos, sí, de hermanos de la misma matriz y de la misma sangre, y de hermanos del útero fecundo de los ideales y de las convicciones.
Y están allí los hermanos Melchi, de la UCI, presos en Puebla desde hace muchos años.
Y los hermanos Cerezo, como rehenes de un gobierno que se decía "del cambio", pero que sólo "cambió" para mostrar su intransigencia y la falta de respeto a la ley... ¿cuál cambio?
Y a últimas fechas, junto a muchos otros oaxaqueños, diseminados por las odiosas y odiadas cárceles, de las llamadas de "alta seguridad", los hermanos Sosa: Flavio, Horacio y Erick, prisioneros de conciencia, víctimas de la ilegalidad del mal gobierno de Oaxaca, repudiado por todo el pueblo.
Somos muchos miles de mexicanos y de compañeros de otros países los que sabemos que son inocentes, que el gobierno de Oaxaca les inculpó de delitos que no cometieron y que el gobierno federal, en el colmo de la hipocresía y el fingimiento, citó para "dialogar" a Flavio Sosa y traicioneramente lo detuvo y acusó de esos delitos que nunca cometió, como lo hicieron en el pasado todos los gobiernos que violaron las leyes, investidos de prepotencia y de soberbia, lo que nos hace llegar a la conclusión de que son lo mismo los tricolores que los blanquiazules, con ligeras diferencias de estilo, y que han superado la maldad porfiriana en las cárceles, toda vez que aún en la famosas "tinajas" de San Juan de Ulúa, los compañeros y hermanos allí confinados cuando menos dialogaban entre ellos y tenían la libertad de leer, escribir y ser visitados por familiares y amigos.
En estos tiempos, tengo grabada la historia de un compañero que estuvo preso en Almoloya, que se encontró un trocito del directorio telefónico de la llamada "Sección amarilla", que leía a todas horas en aquel confinamiento despiadado y cruel, "perfeccionado" día a día en las prácticas tortuosas de la tortura sicológica que los gobiernos utilizan para someter a quienes odian.
Desde este espacio, junto a miles de hermanos de convicciones en el mundo, exijo la libertad de todos los injustamente encarcelados, a quienes defendemos porque son nuestros y los llamamos los hermanos.
Dirigente del Comité ¡Eureka!
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