Un minuto de silencio

Nos lo empezaron a matar hacia un mes
-dijo el orador desde el templete-
y hoy murió enteramente.
¡Pido un minuto de silencio por su muerte!

Y entonces se escuchó el silencio...
millones de voces encendidas gritaban
¡justicia, justicia, justicia!
al tirano reclamaban.

Se escuchó con estruendo un grito unánime:
¡Alexis, camarada, tu muerte será vengada!
y ante su tumba la larga marcha exánime,
despidió con mil aplausos a su joven camarada.

En aquel minuto todos escucharon el impacto
que destrozó su cráneo con una gradana
y el ruido al caer de su joven cuerpo
moribundo ya y ensangrentado.

Escucharon la voz poderosa de su madre
que al cuerpo de su hijo abrazada
repetía entre sollozos con el pueblo
¡no has muerto, no has muerto, Alexis camarada!

Y más estrujante fue para todos
ver llorar a aquél hombre maduro
negándose a hablar ante la tumba
y uniéndose al coro, ¡golpearemos duro!

Impactante momento, e impotente.
Una muestra del dolor nacional que ya se une
un silencio de gritos indignados
contra el viejo sistema que se pudre.

Hablaron todos los muertos asesinados
y unieron su voz a la de las mujeres violadas
convocados por aquel adolescente balaceado
y resultó un voz estruendosa, la del pueblo castigado.

¡Cuántas cosas puede escuchar un pueblo atento
cuando las masas acuerdan un minuto de silencio!
Sólo el dictador no escucha nada.
¡y es porque, entre todos, es él quien está muerto!

Refugio González
19 de junio de 2006