Almoloya de Juárez, Mex., 10 de mayo. Desde su ingreso al penal de máxima seguridad del Altiplano, antes La Palma, en mayo de 2006, Ignacio del Valle, Felipe Alvarez y Héctor Galindo, dirigentes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San Salvador Atenco, han estado sometidos a un hostigamiento permanente de las autoridades, denunciaron hoy familiares de estos internos.
Castigos recurrentes, abusos del personal de custodia, tratos denigrantes en el interior de la cárcel y el impedimento para que sus familiares los puedan visitar cada semana, han sido algunas de las situaciones que durante un año han tenido que enfrentar los integrantes del FPDT, que el sábado pasado fueron sentenciados a 67 años y medio de prisión.
"Este no es un centro de readaptación social sino un centro de exterminio", dijo una de las parientes de los dirigentes del movimiento de Atenco, quien prefiere no dar el nombre para que no le nieguen, de nueva cuenta, el ingreso al penal.
Sumidos en la rabia por la excesiva condena que les impusieron a Del Valle, Alvarez y Galindo, los familiares revelan una serie de irregularidades a las que se han enfrentando desde que las autoridades determinaron declarar a los tres atenquenses como personas de alta peligrosidad.
Por ejemplo, la madre adoptiva de Héctor Galindo no ha podido ingresar al penal y ver al detenido, debido a que la dirección del centro penitenciario no reconoce la existencia de parentesco entre ellos, por lo que cada semana se le niega el ingreso.
A pesar de que ha acudido a la Comisión de Derechos Humanos, la señora no ha tenido éxito.
Por su parte, la esposa de Felipe Alvarez sólo ha podido ver a su marido en dos ocasiones en un año que lleva recluido en el penal del Altiplano. La dirección del centro federal de readaptación social no quiere otorgarle el permiso para su ingreso, debido a que el nombre de su acta de nacimiento con el que aparece en la credencial de elector no es idéntico, aun cuando se trata de la misma persona. A Felipe sólo lo ha podido visitar su hermano.
El caso de Ignacio del Valle no es diferente. Sus hermanas tampoco han tenido suerte, y al líder más visible del movimiento sólo lo frecuenta un familiar a quien no le han puesto obstáculos las autoridades. No obstante ni sus hijos ni su esposa ni varias de sus hermanas lo han podido ver en este año de reclusión.
Los tres atenquenses no tienen derecho a nada en el interior del penal del Altiplano. Libros, periódicos y revistas las tienen prohibidas. Si las cartas que les envían sus familiares tienen dibujos o marcas, son severamente castigados con el aislamiento hasta por tres semanas, como ya ha ocurrido con Ignacio del Valle y Felipe Alvarez.
También les cancelan continuamente su derecho a una llamada telefónica a la semana. Les dan cinco minutos para comer y si no lo hacen en ese periodo, los regresan a su celda.
Cabe señalar que los familiares aseguraron que cada vez que salen y entran a la celda son desnudados para ser revisados por el personal de custodia.
Además, en el interior del penal existen castigos colectivos, es decir, si alguien comete una falta en algún módulo, todos los internos recluidos ahí son castigados.
Los tres atenquenses se encuentran separados y en distintos módulos, por lo que es imposible que haya contacto entre ellos. Ignacio del Valle se encuentra en el módulo 4 del penal de máxima seguridad, Felipe Alvarez pasó del 5 al 8 y Héctor Galindo será trasladado a otro modulo, ya que hace unos días había permanecido también en el 8.
Fue hasta hace dos semanas, cuando una comisión de magistrados de la Corte visitó a los líderes del FPDT, que las cosas han cambiado un poco. "Pero de seguro este cambio de actitud es temporal, porque cuando la Corte concluya con sus visitas para la investigación que realiza por los hechos de mayo del año pasado, todo volverá a ser igual para ellos", comentó otro de sus parientes.
Ahora, tras ser sentenciados, los familiares aseguran que Del Valle, Alvarez y Galindo se encuentran tranquilos. "Así nos los han expresado porque saben que son inocentes. Sólo nos piden que sigamos en lucha", dijeron.
Castigos recurrentes, abusos del personal de custodia, tratos denigrantes en el interior de la cárcel y el impedimento para que sus familiares los puedan visitar cada semana, han sido algunas de las situaciones que durante un año han tenido que enfrentar los integrantes del FPDT, que el sábado pasado fueron sentenciados a 67 años y medio de prisión.
"Este no es un centro de readaptación social sino un centro de exterminio", dijo una de las parientes de los dirigentes del movimiento de Atenco, quien prefiere no dar el nombre para que no le nieguen, de nueva cuenta, el ingreso al penal.
Sumidos en la rabia por la excesiva condena que les impusieron a Del Valle, Alvarez y Galindo, los familiares revelan una serie de irregularidades a las que se han enfrentando desde que las autoridades determinaron declarar a los tres atenquenses como personas de alta peligrosidad.
Por ejemplo, la madre adoptiva de Héctor Galindo no ha podido ingresar al penal y ver al detenido, debido a que la dirección del centro penitenciario no reconoce la existencia de parentesco entre ellos, por lo que cada semana se le niega el ingreso.
A pesar de que ha acudido a la Comisión de Derechos Humanos, la señora no ha tenido éxito.
Por su parte, la esposa de Felipe Alvarez sólo ha podido ver a su marido en dos ocasiones en un año que lleva recluido en el penal del Altiplano. La dirección del centro federal de readaptación social no quiere otorgarle el permiso para su ingreso, debido a que el nombre de su acta de nacimiento con el que aparece en la credencial de elector no es idéntico, aun cuando se trata de la misma persona. A Felipe sólo lo ha podido visitar su hermano.
El caso de Ignacio del Valle no es diferente. Sus hermanas tampoco han tenido suerte, y al líder más visible del movimiento sólo lo frecuenta un familiar a quien no le han puesto obstáculos las autoridades. No obstante ni sus hijos ni su esposa ni varias de sus hermanas lo han podido ver en este año de reclusión.
Los tres atenquenses no tienen derecho a nada en el interior del penal del Altiplano. Libros, periódicos y revistas las tienen prohibidas. Si las cartas que les envían sus familiares tienen dibujos o marcas, son severamente castigados con el aislamiento hasta por tres semanas, como ya ha ocurrido con Ignacio del Valle y Felipe Alvarez.
También les cancelan continuamente su derecho a una llamada telefónica a la semana. Les dan cinco minutos para comer y si no lo hacen en ese periodo, los regresan a su celda.
Cabe señalar que los familiares aseguraron que cada vez que salen y entran a la celda son desnudados para ser revisados por el personal de custodia.
Además, en el interior del penal existen castigos colectivos, es decir, si alguien comete una falta en algún módulo, todos los internos recluidos ahí son castigados.
Los tres atenquenses se encuentran separados y en distintos módulos, por lo que es imposible que haya contacto entre ellos. Ignacio del Valle se encuentra en el módulo 4 del penal de máxima seguridad, Felipe Alvarez pasó del 5 al 8 y Héctor Galindo será trasladado a otro modulo, ya que hace unos días había permanecido también en el 8.
Fue hasta hace dos semanas, cuando una comisión de magistrados de la Corte visitó a los líderes del FPDT, que las cosas han cambiado un poco. "Pero de seguro este cambio de actitud es temporal, porque cuando la Corte concluya con sus visitas para la investigación que realiza por los hechos de mayo del año pasado, todo volverá a ser igual para ellos", comentó otro de sus parientes.
Ahora, tras ser sentenciados, los familiares aseguran que Del Valle, Alvarez y Galindo se encuentran tranquilos. "Así nos los han expresado porque saben que son inocentes. Sólo nos piden que sigamos en lucha", dijeron.
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